viernes, 25 de julio de 2008

El Dictador que Faltaba


Por Luis Bruschtein

De Córdoba para el Norte, éste ha sido el gran juicio, tan o más importante que el que se realizó a las juntas de ex comandantes en 1985. La modalidad de Menéndez fue parecida a la de Bussi. En su caso, no fue gobernador. Nunca tuvo una responsabilidad política. Su cargo era comandante de un Tercer Cuerpo de Ejército que tenía incidencia en diez provincias del Norte. Desde allí, ponía y sacaba gobernadores, hablaba con los intendentes, se reunía con políticos, con jueces, con religiosos y con representantes empresarios y sindicales.

En 1987 fue detenido pero no llegó a ser juzgado porque antes lo liberó la amnistía de Menem. No tuvo la exposición de los otros dictadores. Durante muchos años, el esquema de poder de la dictadura fue apenas tocado en la provincia. En el imaginario de muchos cordobeses, la figura de Menéndez seguía siendo una sombra de amenaza. Muchos influyentes seguían viéndolo y todo el mundo hablaba de la sorda influencia que siguió ejerciendo en los años ’80 y parte de los ’90. En Córdoba, la sombra de Menéndez sobrevoló decisiones políticas y mantuvo su efecto atemorizador sobre el corazón de muchos cordobeses.

El alivio que se pudo sentir ayer después de la condena contrastó con la sensación opresiva que rodeó la mención de su apellido hasta pocos momentos antes. Es más, hasta hace muy poco, cuando empezó el juicio, las marchas de los organismos de derechos humanos para respaldar la tarea de la Justicia no habían sido masivas, como había sucedido en Buenos Aires. Como si la impunidad y el aura de poder que proyectaba el viejo dictador hiciera desconfiar de que alguna vez pudiera ser castigado por sus crímenes.

Desde Buenos Aires es difícil medir esa dimensión. Sí la del puño de hierro que asesinó a mansalva. Pero además, su lugar no era sólo el Parnaso de los dictadores, como el de Videla. Desde allá arriba, la presencia de Menéndez se hacía sentir en toda la provincia, tuvo un efecto de cercanía, de interioridad cotidiana, que invadió la subjetividad mucho más que los Videla y Massera en el resto del país. Fue más parecido a lo que producía Pinochet en Chile.

Por eso, aunque haya sido más de veinte años después del juicio a las Juntas, Córdoba y las provincias del Norte ayer tuvieron justicia. Y por esa impronta tan fuerte de impunidad y poder local que emanaba de Menéndez, es aún más importante que vaya a una cárcel común. Pocos hubieran creído seriamente en la Justicia si el viejo dictador regresaba a su domicilio.

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3 comentarios:

Marcela Fumale dijo...

Por más justicia: cadena perpetua y cárcel común para todos los genocidas.
Hoy más que nunca: ¡30.000 compañeros desaparecidos!¡¡¡PRESENTES!!!
¡Ahora! ¡Y siempre!
Un abrazo.

Marcela.

Unknown dijo...

Que se pudra.//

Jóvenes Cacharienses dijo...

Un hijo de puta menos en la calle!.
Ojala que viva mil años adentro y cuando este por cumplir su condena muera sabiendo que le quedaba un dia para salir.