miércoles, 27 de agosto de 2008

ESTO ES LA SOJA

GRACIAS AL PROGRAMA "LA LIGA" DEL CANAL TELEFE POR HACER ESTE INFORME POR MOSTRARNOS LA REALIDAD DE LA SOJA Y LO QUE SON SUS PRODUCTORES UNOS VERDADEROS INRRESPONSABLES...Y GRACIAS POR HACER VER LA CARETA QUE TIENE PUESTA DE ANGELI alfredito ¿me vas a decir que no sabias tu querido glifosato mata gente y destruye campos?

PARTE I:


PARTE II:


PARTE III:


PARTE IV:

martes, 26 de agosto de 2008

La amenaza y la profecía

Las profecías de ingobernabilidad y las amenazas ruralistas confluyen en la intención apenas velada de que los conflictos no se solucionen.

Por Sandra Russo

Termino de leer en el diario que Elisa Carrió llamó a una conferencia de prensa en la que advirtió que es posible que el gobierno de Cristina “no llegue a diciembre”. De un tiempo a esta parte, Carrió ha logrado con su conducta y su personalidad política algo insólito: imperceptiblemente, casi sin que nos demos cuenta del viraje de sentido de sus palabras, cuando Carrió advierte que es posible que (de no hacer lo que ella va creyendo con el correr de los meses que es lo correcto) no llegue a diciembre, uno lee que Carrió desea que el gobierno de Cristina no llegue a diciembre Desplazada de la escena central en estos días, corrida a un ángulo desde el que ella convoca a los medios para seguir teniendo protagonismo y ni siquiera así, ocupando espacio, lo más interesante que genera ahora Carrió es la posibilidad de desnudez del ánimo que comparte con los dirigentes ruralistas. Un ánimo que se reparte entre las profecías de Carrió y las amenazas de los propietarios rurales.
Ese deslizamiento de sentido obedece a que es absolutamente imposible creer que a Carrió le gustaría que a este Gobierno le vaya bien. Ahí se desprenden un montón de excusas, eufemismos, frases hechas o de circunstancia que dicen dirigentes opositores. A pesar de las heridas que dejaron en el centroizquierda los votos de Claudio Lozano y los diputados del SI en la pelea por las retenciones, en el debate sobre Aerolíneas algo quedó expuesto y de manifiesto: si el Gobierno se flexibiliza lo suficiente como para llevar adelante proyectos que defiende ese sector, ese sector se suma porque prioriza sus ideas y, en consecuencia, puede imaginárselo en un contexto en el que a este Gobierno le vaya bien. En cambio Carrió, como los dirigentes “del campo”, actúa con una lógica destituyente. No ofrece ninguna grieta como para acercarse o consensuar: la pelea es política. La génesis de cada acto o conducta es la voluntad de que al Gobierno le vaya mal.

Con su habitual incontinencia, Carrió pone en palabras lo que otros disimulan o dejan entrever aun cuando algunos periodistas políticos se han quedado ciegos para estos signos y sordos para estas resonancias. La amenaza, que es la herramienta discursiva por excelencia que usan los sectores “del campo”, se funde así con la profecía, que es la herramienta discursiva por excelencia de Carrió. Detrás de la amenaza y de la profecía, se lee intención, que es una forma de deseo.

Ese es el matiz destituyente de este proceso, puesto en marcha desde un principio. Y tras ese matiz tentador, tras ese atajo de un Gobierno debilitado, tras esa inercia que inclina a algunos sectores opositores a los que ideológicamente se les hace intolerable un cuadro de situación en el que a este Gobierno le vaya bien, se fueron juntando los que son. Hoy está más claro que hace un mes. En esa bolsa de gatos hay de todo, desde terratenientes canosos hasta enfermeras trotskistas, desde gringos envalentonados a piqueteros pintorescos, desde peronistas impresentables a patrullas perdidas de la última dictadura. Es un núcleo duro que, por distintas razones, seguirá estando al acecho de las famosas “condiciones de ingobernabilidad”. Uno se la puede imaginar perfectamente a Carrió en televisión, mirando cada tanto para el costado, diciendo “lamentablemente”, “nosotros lo dijimos en agosto”, etc.

La amenaza y la profecía, en estos días, pueden leerse, así, como deseos. Y ese deseo no se colma con soluciones sino con más conflicto.

Fuente: Página/12

jueves, 21 de agosto de 2008

La enigmática clase media argentina / Ana Wortman *


Se podría afirmar que las clases medias han sido cooptadas en lo imaginario por las clases altas.

Por Ana Wortman *

La clase media argentina se constituyó en procesos de movilidad social gracias a un Estado que garantizó educación, salud y seguridad social.

Entre los múltiples temas que salieron a la luz junto con el larguísimo conflicto que se desató en la Argentina a propósito de la implementación de las retenciones móviles estuvieron presentes, en forma intermitente, las enigmáticas clases medias argentinas.
En las formas de representación de la realidad promovidas por los medios, en particular televisivos, las clases medias opinaron generalmente en contra de la medida, descalificándola más a partir de supuestas actitudes personales de la presidenta que del contenido conceptual de la ley: el sentido común estuvo a la orden del día. Esta sumatoria de tergiversaciones y prejuicios suscitadas a partir de una medida económica sectorial nos invita a formularnos una sucesión de preguntas.
¿Por qué las clases medias en general se pusieron del lado del mediáticamente llamado “campo”? ¿Por qué descalifican más a los malos dirigentes de los sectores populares que a los dirigentes de las organizaciones de poder económico? ¿Qué hay en la imagen de CFK que despierta tantas pasiones, negativas en su mayoría? ¿Por qué los medios de comunicación, en su mayoría, se apoyan en un cierto sentido común de las clases medias para erosionar el consenso al Gobierno legítimamente elegido en 2007? ¿Por qué se adopta un tono moral para reivindicar a las clases medias como exponentes de la libertad de conciencia y descalificar por inmorales a los sectores populares “manipulados” que asisten a los actos del Gobierno?

Responder a todas estas preguntas supondría la realización de una serie de investigaciones, aquí sólo vamos a hacer referencia a una hipótesis en torno de la primera pregunta: la adhesión casi primitiva al “no” de Cobos, como ejemplo de la libertad individual y de no sumisión, y la identificación primaria con la convocatoria de la Mesa de Enlace en el Monumento de los Españoles en contra del debate parlamentario junto con las clases sociales que aquélla representa: las viejas y nuevas clases dominantes.

Es notable –o no tanto para mis ojos de socióloga– el posicionamiento ideológico explícito de estas nuevas clases medias en relación con el conflicto entre el Gobierno y entidades rurales representativas de intereses más poderosos, ya que en realidad esta medida poco tenía que ver directamente con ellas. Lo más llamativo de este enfrentamiento es la presencia mediática de los menos afectados. Eduardo Buzzi y Alfredo De Angeli, de la Federación Agraria Argentina y de la FAA de Entre Ríos, respectivamente, concitaron la atención de las clases medias urbanas y del campo, a partir de su apelación constante y confusa a los llamados pequeños productores y su aparente situación diferente con respecto al resto.

Es importante recordar que la clase media argentina se constituyó a partir de singulares procesos de movilidad social ascendente posibles por la existencia de un Estado que garantizó la educación, la salud y la seguridad social. Es decir que su historia no puede deslindarse de su relación con el Estado. También fueron las clases medias en consonancia con procesos políticos de intensa conflictividad social las que participaron en proyectos de cambio político y renovación de numerosos planos de la vida social y cultural. Las numerosas clases medias, con altos estándares de bienestar, las más educadas en términos de inserción en el sistema educativo formal medio y universitario, la más importante de América latina, comenzaban a fragmentarse, en una sociedad que tendía crecientemente a la polarización.

Debe destacarse en su singularidad su particular vinculación con los proyectos e iniciativas culturales renovando y democratizando la formación de públicos del arte en general. La Argentina supo tener un vastísimo público de cine, formó tempranamente un masivo público lector ávido de consumir propuestas culturales, a la vez que sensible a los problemas sociales. Este proceso adoptó un giro negativo a partir de 1975. El debilitamiento del Estado, en un contexto del creciente imperio del mercado, incidió en la disminución, fragmentación y emergencia de nuevas cosmovisiones de mundo. La creciente derechización del gobierno peronista de 1974 que finalizó en el golpe militar de 1976 detuvo este proceso de innovación y cambio cultural.

Por su parte, la fuerte oposición a la medida en cuestión supone la emergencia de un nuevo ethos, una creencia fuerte en que los proyectos personales deben centrarse casi exclusivamente en ganar dinero y construir un estilo de vida, como diría Bourdieu, fundado en el “deber del placer” y que se manifiesta como rechazo a la intervención del Estado en la regulación del orden social. Los años ‘90 consagraron lo que ya se había iniciado durante la dictadura. De una sociedad progresista no sólo en el ámbito de la vida cotidiana, sino en el sentido original de la palabra, de una sociedad que vinculaba las transformaciones progresivas en la vida cotidiana con el logro de cambios sociales, se pasó a una sociedad profundamente individualista, donde el valor, el sentido subjetivo de la acción ya no estaría puesto en valores, muchos de ellos vinculados con la cultura y la solidaridad con lo más desposeídos, sino en el logro de objetivos materiales.

Históricamente, ser progresista no suponía acceder a cierto tipo de consumos y estilos de vida, sino que fundamentalmente se sostenía en el valor de la emancipación no sólo de la clase, sino del conjunto social. Como dice Bauman, el consumo produce individuos, no genera lazos sociales. Es sabido que durante la crisis de 2001 las clases medias ocuparon la escena política, social, mediática y sociológica como nunca antes en la historia argentina. Profundamente denostadas por la literatura ensayística de corte nacionalista, estudiadas sistemáticamente por primera vez por Gino Germani y abandonadas después por un exceso de interés por las clases populares, retornan definitivamente, pero ahora con manifestaciones y representaciones diferentes. Si históricamente la Argentina se pensó y se imaginó a sí misma como un país de clase media, este imaginario parecía estar cayéndose.

Contrariamente a lo que suele afirmar alguna literatura que evalúa los acontecimientos trágicos de 2001 como la manifestación de un sentido renovado de la acción política frente a la crisis de los partidos, las identidades y formas de representación, la salida de las clases medias a la calle no supuso una acción política del estilo de los ’60 y ’70 en consonancia con proyectos colectivos: salieron a defender sus ahorros, salieron a defender cierta irracionalidad del consumo en un país semidesarrollado, una clase media ilógicamente endeudada. Y esto es lo que los medios aplaudieron en ese momento, como “espontaneidad” de las acciones de las clases medias, frente a las “manipuladas” e “irracionales” acciones de las clases populares. Hacer de una sociedad una sociedad exclusivamente consumista incidió en la despolitización y desinvolucramiento de las cuestiones públicas, como lo demuestran el decreciente nivel de participación en los actos eleccionarios.

El consumismo está lejos de la participación política, no produce sujetos colectivos. Se podría afirmar que las clases medias han sido cooptadas en lo imaginario por las clases altas, en un proceso inverso al iniciado en los albores del siglo XX. La hegemonía cultural, en el sentido gramsciano de dirección cultural e intelectual, parece haber sido recuperada por las clases dominantes en todas sus versiones. De todos modos, para no ser fatalistas ni apocalípticos, aún siguen manifestándose en formas fragmentarias aspectos emprendedores de las clases medias en el plano cultural en forma autogestionada. Cierto capital social producido por varios años de acumulación de proyectos e iniciativas culturales vuelve a reaparecer, con contenidos renovados que dan cuenta de una cierta reserva cultural sobre la que vale la pena trabajar y recomponer sentidos transgresores del orden social excluyente y un orden político destituyente.

* Socióloga, profesora de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA)
www.elortiba.org

viernes, 15 de agosto de 2008

Vergüenza de clase


Alejandro Seselovsky

Jamás, de ninguna manera, se me ocurriría mandar un poquito bien a la concha de su madre a la clase media de Buenos Aires. Inflo el pecho para decirlo: mi clase media. La que ahora se siente satisfecha de sí misma cuando boquea con suficiencia su nueva y tan saludable proclama: ¡Qué bien Cobos! La clase media que puteaba a los piqueteros del hambre porque la hacían llegar tarde a la terapia y que ahora se compra la banderita y va al acto del campo para sentirse solidaria, para sentirse una hermana federal. La que lee La Nación en la barcito de GEBA y que siente que Grondona ya fue, pero qué bien este Joaquín Morales Solá, cómo piensa. O lee Crítica de la Argentina, y entonces lo que piensa es qué bien el gordo, cómo le pega a estos turros. La que de ninguna manera se espanta con los negros que llegan en los camiones del conurbano pero en el fondo preferiría que hubiera menos camiones, menos negros y de paso menos conurbano. Así, de un plumazo, que no hubiera: por qué tiene que seguir habiendo. La que putea a los chicos del call center cuando el celular no le manda bien los mensajes de texto. La clase media que en el 95 votó a Menem porque se quería seguir yendo a Nueva York con los 1.000 pesos de su salario dolarizado mientras rosarinos desclasados carneaban vacas sobre la avenida Circunvalación o neuquinos expulsados de sus empleos tras la privatización de YPF cortaban caminos en Cutral Có, pero que cuando le tocaron los plazos fijos sintió que lo que le estaban tocando era el culo, y salió a cacerolear porque con el hambre de gente que vive en esos taperíos no sé, pero con los plazos fijos no se jode. Esa mezquina, desmemoriada, garca, egoísta, autoindulgente, vigilante y un poco bastante gallina clase media que se indigna con la marca de la cartera de nuestra señora presidenta, que ve allí, en esa exaltación del consumo por el que muere mil veces, los grandes males de la patria. Y entonces se sube con la virgencita a gritar Argentina, Argentina y le estampa un beso a Luciano Miguens y le agradece por defendernos del gobierno que le cae mal: cuestión de piel, ¿viste? Nos cae mal.

La clase media vecinalista que está pensando en los destinos del país y que cree fervientemente que nos vamos a ir para arriba el día que saquen a patadas en el culo a todos los cuidacoches de Palermo, porque te rayan el auto y el auto de la clase media es la proyección de un ser supremo nacional, incluso por encima de los plazos fijos, fíjense. En el 82 llenó la plaza porque creía en sus generales y en que la guerra era una guerra ganada y en 2004 le firmó las papeletas al ingeniero Blumberg porque creía que de verdad era ingeniero y que iba a terminar con la inseguridad, esa cosa mala que inventaron los pobres y sobre la cual la clase media no siente que tenga ninguna responsabilidad social, por qué iba a tenerla. Supongo, como ya ha supuesto el chico Salmón en uno de esos talksongs radiográficos que tiene, que será el destino divino, tan fino, tan occidental y cristiano. Cosmopolita y parisino. Tan típico Matute pero no el de Don Gato. Supongo que el vigilante argento además es barato: además es barato. Y que así deber ser el estilo tan fino, del vigilante medio argentino.

Nací y crecí en esa clase media. La que vive en barrios con poca voluntad de serlo. (San Juan y Boedo es la esquina de un barrio, y no hay Norte que alcance para convencerme de que Laprida y Mansilla es la esquina de otro, mal que le pese a la memoria de Xul Solar). La clase que se siente bien de sí misma porque no se mete en política, nunca se ha metido, siempre fue antiperonista. A esa clase le conozco sus clubes y sus colegios. Yo soy ella, así que no, jamás. Mandarla a la concha de su madre. Cómo se me va a ocurrir.

lunes, 11 de agosto de 2008

El presidente más legítimo


Por Gabriel Puricelli *

En 26 años de elecciones democráticas, nunca un presidente boliviano tuvo que hacerse elegir dos veces.

Un ejercicio contrafáctico plausible indica, asimismo, que –de haberse visto en esa situación– ninguno hubiera logrado sobrevivir a un referendo revocatorio, ya que los bajos porcentajes obtenidos al ser electos los hubieran transformado en un blanco sencillísimo.

Desde ese punto de vista, la ratificación de Evo Morales es una proeza histórica, aun si los números finales no indicaran, como lo hace el conteo rápido, que el porcentaje alcanzado lo aproxima a una mayoría de dos tercios de los votantes. En una región acostumbrada, a lo largo de dos décadas de normalidad electoral, a que los desafíos de gobernar se devoren el apoyo popular a los presidentes (en especial cuando promedia su mandato), el líder boliviano se destaca con un brillo propio
Someter su mandato a ratificación fue una opción audaz y autónoma del gobierno del MAS, aunque (y sin que esto signifique paradoja alguna) se puede decir también que se vio obligado a demostrar por segunda vez la legitimidad de éste, frente a una oposición que se ve a sí misma (y en buena medida lo es) como un régimen depuesto destinado a ser restaurado, y no como un futuro gobierno potencial, como debería ser si tuvieran alguna forma de adhesión al ideal democrático.

Combinado con la revocación del mandato de un ex y posible futuro candidato a la presidencia, como Manfred Reyes Villa en Cochabamba, el saldo a favor del MAS y sus aliados es ampliamente positivo. No habría más que decir (no existe otra instancia a la que apelar, en democracia, que no sea el veredicto del soberano), si no fuera porque esa lealtad democrática está ausente en muchos líderes de la oposición, incluidos algunos de los prefectos también ratificados ayer. Ello implica que la ventaja decisiva, pero coyuntural, que el gobierno doblemente legítimo de Bolivia tiene desde ayer, deba ser aprovechada en un plazo brevísimo para cerrar el proceso constituyente y para poder dedicarse a las tareas de reivindicación social de las mayorías y de desarrollo económico que sólo han sido alcanzadas de manera incipiente.

El resultado de los referendos debería obligar también a los vecinos de Bolivia (en particular a Brasil, pero también a Chile y Argentina) a hacer todo lo mucho que están en condiciones de hacer para ayudar a que un gobierno tan plenamente soberano como el de Morales pueda terminar de deshacer el nudo del atraso, que también puede identificarse bajo los nombres del despegue energético y del fin de la mediterraneidad.

* Cocoordinador, Programa de Política Internacional, Laboratorio de Políticas Públicas.

viernes, 8 de agosto de 2008

FUERZA EVO! FUERZA BOLIVIA!


Esta pintada sintetiza todo, a evo lo Eligio el pueblo, y el domingo la derecha golpista y la oligarquía de Bolivia apoyada y financiada por los Estados Unidos, junto a todo el pueblo boliviano decidirán si evo sigue o no en su cargo de presidente.

Desde este blog quiero solidarizarme y brindar todo el apoyo necesario al gobierno democrático, y a todo el pueblo boliviano que sufre esta embestida de la derecha,
de los sectores que no quieren un país para todos,
De los sectores que quieren que la riqueza se distribuya en pocas manos y el pueblo sufra.
De los sectores que NO quieren una Latinoamérica unida.
De los mismos sectores que en Nuestro país argentina, están golpeando constantemente al gobierno nacional y popular.

Por eso este domingo tiene que ganar la democracia, tiene que ganar todo el PUEBLO BOLIVIANO!

FUERZA EVO! FUERZA BOLIVIA!

miércoles, 6 de agosto de 2008

Vengan a la RURAL!!



TE INVITAMOS A LA SOCIEDAD RURAL DURANTE TODOS ESTOS DIAS...

OJO TENES QUE RESPETAR LOS REQUISITOS ANUNCIADO EN EL VIDEO!

viernes, 1 de agosto de 2008

Diferencia de clases


Estatales cordobeses reclamaron a Schiaretti el "mismo trato" que les dio a los ruralistas

Los trabajadores públicos de la provincia, afectados como futuros beneficiarios de los recortes previsionales aprobados por la Legislatura, continúan la lucha contra de ley y piden al gobernador el "mismo trato" dispensado a los productores, a quienes apoyó en los cortes de ruta

Estatales cordobeses, afectados como futuros beneficiarios de la reforma previsional aprobada por la Legislatura, continúan la lucha contra de ley y reclaman del gobernador Juan Schiaretti el "mismo trato" al dispensado a los ruralistas.

En el conflicto entre el campo y el gobierno nacional por las retenciones a las exportaciones, Schiaretti se puso del lado de los productores que se expresaban con cortes en las rutas, la misma modalidad que ahora que adoptarán los trabajadores del Estado cordobés.

La nueva ley, que contempla recortes de entre el 22 y el 27 por ciento en los haberes jubilatorios superiores a los 5.000 pesos, además de otros aspectos como cambios en la forma de calcular ese beneficio, fue sancionada el miércoles pasado.

Esa misma tarde, después de serios incidentes en los alrededores de la Legislatura con detenidos y personas heridas, en el sector de gremios estatales, que suma una veintena de entidades, se resolvió continuar la lucha con esa modalidad.

De la decisión participaron representantes de los gremios de docentes, empleados públicos, municipales, bancarios, judiciales y de Luz y Fuerza, entre otros, que resolvieron comenzar desde mañana sábado con cortes de rutas en el interior provincial.

Santiago Clavijo, secretario adjunto de Luz y Fuerza, uno de los gremios más combativos, ratificó hoy: "Vamos a protestar de la misma manera que lo hizo el campo".

"No vamos a hacer cortes de 120 días, vamos a protestar horas en cada corte. Vamos a ver si tenemos el mismo trato y la misma consideración que los del campo", remarcó Clavijo.

Sin embargo, el gremialista admitió que "por las manifestaciones del ministro (de Gobierno, Carlos) Caserio me parece que no, pero vamos a ver", aunque no precisó el lugar de los cortes, que se llevarían a cabo en puntos estratégicos donde lo hicieron los ruralistas.

Fuente: Télam